OCTUBRE '20 - CREATIVIDAD

   Me gusta la creatividad, me da la vida entre mis manos y mi mente. A veces la olvido y sin darme cuenta ahogo una parte de mi. Cuando la recupero, puede ser en tantas formas que no coordino una respuesta, me bloqueo antes siquiera de empezar. Pintura, dibujo a lápiz, acuarelas, ganchillo, coser, escribir, cocinar, plantas y jardinería... Adoro la libertad de crear algo nuevo, luego ya el proceso me mata más o menos pero es parte de la creación. Eso me está pasando estos días que tengo ganas de hacer muchas cosas y no sé por cual empezar o si es más práctico empezar por las ideas más urgentes aunque no sean las que más me gustan.

    Por las mañanas me levanto, respiro (sí, me estoy haciendo muy consciente de respirar, del aire que movemos, de escuchar tu cuerpo desde que abres los ojos), me hago el desayuno, y me siento con mis libretas a planificar el día (más o menos, porque luego las cosas salen como salen). Intento poner fin a mis bloqueos y organizar "la creatividad" de las cosas que se me ocurren.

    Hoy os vengo a hablar del ganchillo. De pequeña recuerdo observar a mi madre deslizar un aguja larga y con un ganchito en el extremo final con el que entrelazaba misteriosamente un hilo infinito de color marfil o blanco. La he visto hacer decenas de tapetes y aprendí con ella lo básico de lo básico porque al poco de empezar a aprender descubrí que igual que la costura no tenía el temple, la paciencia ni la maña de hacer esos preciosos dibujos y formas. Pasó el tiempo, crecí y la vida avanzaba. Alguna vez intenté volver a hacer ganchillo pero acababa siendo un acto de desconexión sin pretensión alguna y fracasando estrepitosamente en darle forma. 

    ¿Qué pasa entonces, qué tiene de importante?

    Durante este año de descubrimiento personal y equilibrio emocional me dio la vida. Hacía "algo útil" y meditaba mientras mis manos se movían. No era muy complicado y me permitía sentirme productiva para no frustrarme conmigo misma a la vez que me ayudaba a sentirme en paz y reflexionaba sobre mi estilo de vida. Soy muy lenta y aunque haga cosas fáciles tardo mil años más que una persona que se dedica a ello y cuando pensaba que podría sacarle provecho a hacer mantelitos, posavasos y cestitas artesanas luego me daba un gran bajón porque a mi ritmo no me daba ni para pipas. En ese entonces surgió el post de La Necesidad vs La Felicidad y me dije a mi misma que no todo lo que nos produce un mínimo de placer debe ser usado para pagar el día a día, que el mero echo de disfrutarlo nos aporta algo que nos hace crecer y desarrolla nuestros sentidos. Además, meditar estaba muy bien, así sin más. No me exijo más de lo que puedo dar y me divierto y concentro. (Si mientras me tomo una infusión o un té ya es un momentazo super Zen).

   A día de hoy estoy contenta de mis pequeñas creaciones y de lo que me han aportado. Mientras que con el dibujo tengo más trabajo de realización y me exijo un final digno para lo que lleve entre manos porque suelen ser obras para otras personas, en cambio, con el ganchillo he aprendido a escucharme y respirar con tranquilidad. Me ha gustado experimentar eso y descubrir que también se puede hacer mercería con materiales sostenibles, plástico y algodón reciclados hechos hilo. Pese a todo sigo teniendo problemas de enfoque y me cuesta mucho conciliar con todas las ideas que se arremolinan en mi mente, no me puedo escudar en la meditación y el ganchillo, igual que no puedo escudarme en disfrutar de la lectura o una serie de la tele, hay tiempo para todo sin abusar de más. 

    Voy a procurar ordenar las ideas y ser más productiva porque como decía en el post anterior "soy muy organizada de mente pero muy impulsiva y sensorial en mis acciones". Vamos a cambiar eso a mejor. 

    Carpe Diem pero con algo de cabeza ;)

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