MENTE SANA, CUERPO SANO (PARTE I)

 

 A día de hoy casi hemos olvidado que una mente sana nos ayuda a llevar un estilo de vida sano, un ritmo saludable para sentirnos Bien. Las rutinas, las obligaciones, el deber de cumplir con las expectativas a las que se supone que has de llegar por tu edad, tu trabajo, tu relación con la pareja o la familia... En fin, no voy a hablar de las imposiciones sociales que nos afectan inconscientemente sino de cómo despertar, abrir los ojos y Escucharnos, Aceptarnos, Asumir los problemas que negamos tener y Cuidarnos. De mi experiencia.

    Lo siento para los que no queráis leer rollos largos y personales pero para llegar a donde quiero llegar, necesito contarlo... Además sé que mucha gente pasa por lo mismo, cada uno con sus batallas pero nos pasa lo mismo.

    Cuando yo era adolescente me gustaba pensar que algún día sería alguien memorable, que algún día alguien leería mis memorias o diarios, o de alguna manera dejaría huella en la humanidad por ser libre, impetuosa, creativa, un alma libre de artista. Me gustaba creer que era dueña de mis pasos y me gustaba pensar que el corazón dictaba mi camino más allá de la razón, que era lo suficientemente lista y había leído lo suficiente de la vida para estar preparada para luchar y enfrentarme a casi todo, que nadie me rompería el corazón, que no me dejaría doblegar por nada ni nadie, que si luchaba por mis sueños el destino predeterminaba que los conseguiría y que de alguna manera mi camino estaba marcado por las estrellas y ante mi se abría paso La Gran Aventura. A día de hoy sigo creyendo que lo que tenga que ser será y que el tiempo lo pone todo en su sitio de igual manera que cada cosa ocurre por una razón y mi vida no ha sido precisamente el sueño americano pero he llegado hasta donde estoy ahora y he madurado y aprendido en el camino muchas cosas que no había leído o que pese haber leído no he valorado bien hasta haberlo experimentado en mis carnes. Y así va la cosa, sin adentrarnos en mi vida porque esta no es una biografía, ni mis memorias van a ser lo que yo imaginaba, ni creo que le importen a nadie como para que el mundo me conozca memorablemente. Me basta que soy solo una chica delante de un publico desconocido intentando ser mejor humana y vomitando mis pensamientos pensando en que tal vez sirva de ayuda a alguien o me sirva a mi misma en mi camino vital pues...

    Un día dije que yo me había sentido hundida en lo más negro, que era una persona que no veía más allá de las imposiciones y se veía arrastrada por la necesidad de cumplir con lo que se espera de una persona adulta. Trabajar, hacerlo bien, ganar dinero, ser autosuficiente, responsable, llevar una casa, tener una estabilidad económico-social, ser independiente, dormir, comer y trabajar. Y si la vida me ponía trabas apretaba los dientes y apretaba el paso porque "yo puedo con todo", "tengo que poder".  A ver, no es que no quisiera ser autosuficiente ni responsable, siempre he querido valerme por mi misma y llevar las riendas de mi vida... la cuestión era ¿Por qué pese a hacer lo que quería hacer me sentía atrapada? Creo que había escuchado tantas veces eso de "si no puedo yo como vas a poder tú", "una mujer y encima artista, vaya cruz", "a ver si te encarrilas en algo serio", "si no estudias, trabajas", "sigue tus sueños", "de sueños no se vive", "no pierdas la ilusión", "la ilusión no da de comer"... ETC y no "hacía lo que quería hacer" sino lo que "creía que tenía que hacer". He estudiado y he trabajado, he estudiado Y trabajado a la par, me he rendido, he seguido, lo he intentado volver a hacer... no lo he conseguido, no quería rendirme. 
    Me engulló una vorágine venenosa de voces entre lo que me convenía y lo que el alma mía me pedía a gritos. Y no la quise escuchar porque la racionalidad me decía "déjate de tonterías y sigue que trabajar te da de comer, independencia y autocontrol". Aunque no tengas tiempo para salir, aunque no tengas ilusión, aunque no tengas ganas de dibujar, aunque no te apetezca cocinar o ponerte música. Un día me sentía bien, otro podía pasarlo de largo, otro día era soportable, y me intentaba mantener en pie porque "era lo correcto", por que no estaba "Tan Mal", no estaba enferma, no podía quejarme del sueldo, de mi situación familiar, de la vida en sí, Todo iba Bien, yo "era feliz" pero a la vez no lo era.

    Un día me desperté llorando... tenía libre, podría haber salido a pasear, a leer, podría haberme puesto música y pintar... No quería salir de la cama. Solo me quería hundir en las sabanas, llorar y me sentía impotente porque no debería sentirme así. Lloré, tragándome las lágrimas porque no quería que nadie se enterara. Pero era inevitable y nadie podía ayudarme con una varita mágica aunque quisieran que me sintiera mejor. Y horas y horas más tarde, sin haber pisado el suelo fuera de la cama, sin haber comido y sin más lágrimas sólo me quedé en blanco con la cabeza y la mirada en otro plano... Era obvio que algo no iba bien, que algo no me hacía feliz y me provocaba ansiedad y lo había estado intentando amarrar en lo más profundo pero ya era hora de enfrentarse cara a cara con ello, otra vez. Hacía años me había pasado por otras razones, ansiedad y negación, durante meses y meses. A veces niegas las cosas durante años porque sientes que si aceptas la realidad defraudarás al mundo o no habrá valido la pena el sacrificio ni el sufrimiento... pero es que nunca va a valer la pena sufrir por no ser feliz. La única solución era enfrentarse, aceptar el problema, buscar la solución que el cuerpo te pide no la que crees que necesitas.

    No debería sentirme así... ¿ Y Quién lo decía? Como un juez llamándome culpable "¡¡Tienes todo lo que necesitas!! ¡¡sé feliz y punto!!" No, no... No debería sentirme Deprimida pero uno no elije cómo sentirse, luego entonces pensé "lo que no debería es Sentirme Culpable por estar Deprimida". Y empecé a pensar en qué me causaba ansiedad, que me producía esa depresión, que me ahogaba y porqué había llegado hasta ese punto negro de hundirme a llorar. 
    
    - Cada vez que hacía algo que me alimentaba la creatividad luego lo mataba trabajando y no le dedicaba tiempo, lo dejaba de lado.
    - Cuando tenía tiempo libre me absorbían las tareas de la casa, el cuidado de mi perra (a la que adoro) y el cansancio.
    - Antes era una lectora voraz y llevaba mucho tiempo sin disfrutar de la lectura.
    - Apenas pintaba o escribía porque intentaba priorizar "los deberes de la vida" 
    - Buscaba cursos para estudiar inglés o ilustración y retomar lo mío pero no podía por mis horarios de trabajo cambiantes.
    - Decidía estudiar en casa pero no conseguía ponerle voluntad suficiente.
    - Quedar con amigos y familia era casi imposible por los horarios de todos.
    - Cuando disfrutaba de algo "simple" me culpabilizaba por "perder el tiempo"
    - Cuando dibujaba o escribía algo me culpabilizaba por "hacer algo aleatorio en lugar de seguir con los proyectos que necesitaban realmente dedicación" y a la vez me criticaba por sentirme culpable cuando "al menos hacía algo que era mejor que nada y me había salido por impulso"
    - Cuando trabajaba me absorbía tanto que hasta lo disfrutaba durante mi turno y mi mente seguía trabajando antes de entrar al trabajo y después de salir. Para mal más que para bien porque era incapaz de desconectar de los problemas. Luego me daban unos bajones de campeonato.

   Dejémoslo así, son muchas cosas en las que pensé, muchas cosas del día a día. Y durante un tiempo estuve intentando no cargarme emocionalmente con todo eso, Respirar, canalizar esa energía y no perderme mientras reflexionaba en qué cambios necesitaba. Fué un periodo muy largo, meses, escribí el post de año nuevo intentando poner orden en mi mente y caí en la cama con ganas de nada otras tantas veces. No es fácil salir. 
    Empecé a hacer limpieza. Limpieza del espacio que me rodeaba, de las cosas que se me caían encima Física y mentalmente. Ese fué un Gran Paso Adelante. Cuando vas quitando la mierda de en medio empiezas a ver muchas cosas claras, empiezas a conectar con tu raíz verdadera y respiras mejor.
    Y me di cuenta de que para estar bien por fuera necesitaba estar bien por dentro. Reflexioné mucho sobre mi estilo de vida, sobre Qué cosas podía controlar y cambiar para sentirme mejor y empecé a ponerme manos a la obra. 

    Y así, más o menos, empezó mi re-equilibrio y la búsqueda de salud mental, física y espiritual.

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